Desde pequeña

Debe ser totalmente normal no tener ganas de nada.
No me acostumbro, me duele, me cuesta, me cansa, me agota la poca energía. Y lo que me rodea no me ayuda en nada. Mis ojos, cada vez peores, mi vieja, cada vez mas insoportable, y mis ganas, cada vez mas muertas. 
No siento que tenga que pedir perdón por nada, más de lo que ya pedí. Durante 1 año entero di todo lo que tenía en una relación. Sembré las semillas mas grandes y mas lindas, esperando que crezca un árbol, que termino siendo un cactus. ¿Pedir perdón por amar desenfrenadamente, por apostar todo a alguien que no lo valía, por regalar mi corazón? Es lo mínimo que podría haber echo, putearte un segundo, descargame, fue como pegarte un bife después de que vos me hayas pisado 200 veces con un tren acoplado y con 25 mil kilos de ganado encima, pensalo... Me revientan las personas que son tan caprichosas, que tienen actitudes de nenes de jardín, y que no pueden asimilar nada en su vida, ya que sólo viven en su imaginación en la que de manera supuesta hacen todo "correctamente". Insinúan, desean, alardean, y piden, piden, piden, cuando no merecen nada, y aún así lo tuvieron todo. Esas personas que no saben dejarse guiar por  el corazón, y que piensan con otra cosa... En el amor "la razón" no siempre es el mejor camino, es mi opinión, en el amor, el corazón le gana a la razón, y a todo lo lógico que exista en  el mundo entero. Acostumbrada a levantarme todos los días con la felicidad de saber que para alguien, yo era el mundo, y ahora levantarme con la felicidad... de nada. No hay felicidad. No hay mas sonrisas por pensar algo. Ahora sólo hay lágrimas por pensar en eso, angustia, depresión. No encuentro, no existe realmente un motivo que valga la pena, no lo hay. Aunque diga que soy joven y tengo mucho por delante, puedo ser joven, y puedo tener muchas cosas por vivir, pero el problema es que mi mente está mentalizada en vivir todo eso junto a otra persona, sigue mentalizada en los planes, en la casa, en los hijos y en el perro, en los viajes, en las salidas, en todo lo que planeamos a la par, en todos los deseos y los sueños; que ya no existen. Ahora no tengo ni ganas de tener una casa, ni hijos, ni perros, ni nada. 
Pero debe ser totalmente normal no tener ganas de nada después de que te rompieron el corazón.